La casa de mi abuela

Esta casa se ha muerto,
se lleno de fantasmas y figuras viejas e infantiles.
El suelo esta sucio,
ya no hay nadie en la cocina,
nadie hablando alrededor del fogon.

Ya no hay mujeres llorando amores por los rincones,
ni pasos descansados de media tarde.
Se murio el aire caliente
y la lluvia de verano,
se olvidaran las tardes bajo los arboles
y el sueño entrecortado por el frio.

Porque ya no pertenecemos,
nos hemos desterrado a crear nuevos rincones,
nos alejamos a borrar vidas pasadas,
a tejer nuevas historias...
a criar nuevos hijos en la razon.

Hablaran los pedazos, las paredes y las plantas;
relataran los pasos y las lagrimas,
se tragaran la tristeza de estar solos.

Vamos a recoger ahora las migajas de la mente,
sembraremos costumbres en las macetas,
porque hasta el arbol
en su constante y bella muerte ha cambiado
y el camino el agua ha dejado de pertenecernos.